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José Antonio Herce

Economista interdisciplinar. Analista de tendencias en materia de longevidad, pensiones, disrupción digital y Cambio estructural. Director asociado de Afi y profesor en su Escuela de Finanzas.
Idiomas: Castellano, Francés, Inglés

Biografía

José Antonio Herce es uno de los principales expertos en longevidad y pensiones en habla hispana. Con más de treinta años de experiencia en la docencia como profesor de Economía en la Universidad Complutense de Madrid, perteneció al Cuerpo de Titulados de la Comisión de la UE entre 1987 y 1991. También ha dirigido la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA) y ha sido socio director del área de economía aplicada de Analistas Financieros Internacionales, a la que sigue vinculado como Director asociado de Afi y profesor en su Escuela de Finanzas.

Herce forma parte del Foro de Expertos del Instituto Santa Lucía de Ahorro y Pensiones, preside el Consejo de Expertos del Instituto BBVA de Pensiones y es miembro del Global Advisory Board del Center for Financial Education and Capabilities del BBVA. Como escritor ha realizado numerosas publicaciones en revistas académicas nacionales e internacionales y ha escrito diversas monografías. José A. Herce es licenciado y doctor en economía por la Universidad Complutense de Madrid y Master of Arts en economía por la Universidad de Essex (Reino Unido)

Es un conferenciante enfocado en temas de longevidad, pensiones, mercado de trabajo y las ramificaciones y relaciones entre estas áreas y de éstas frente a los Cambios sociales, los estilos de vida y el Cambio tecnológico. Se declara un obsesionado con la revolución digital, la longevidad y la “España Vacía”.

CONFERENCIAS:

Longevidad extrema

Cada año que pasa vivimos dos meses y medio más, invalidando las previsiones de todos los expertos. Nuestros hijos vivirán 120 años y se jubilarán después de cumplir 80. La persona que ha de vivir mil años ha nacido ya (de Grey). Este espectacular desarrollo está pasando desapercibido por el cuerpo social y las instituciones, que se empeñan en mantener la tiránica barrera de los 65 años, inmutable desde que se inventó la Seguridad Social. Ello trae todo tipo de consecuencias y más de un problema a nuestros esquemas de protección social que tratan de adaptarse al S. XXI con conceptos y sistemas del S. XX.

Automatización

La robotización y demás desarrollos tecnológicos que acompañan a la vertiginosa transformación digital están redibujando los límites del trabajo, la productividad y las relaciones entre los individuos, la sociedad y las organizaciones, facilitando un desarrollo espectacular de las nuevas ideas, los negocios y la creación de valor. Son una fuente ingente de oportunidades para renovar todos los compactos sociales (desde el dinero hasta el estado del bienestar), pero frente a ello se alzan barreras defensivas y obstáculos institucionales formulados desde el temor o el desconocimiento de su potencialidad, cuando no los intereses creados de los poderes económicos, sociales y políticos establecidos. Esta situación contribuye a trazar las nuevas líneas divisoras de los que tienen y los que no tienen, reforzando en el imaginario colectivo la sensación de temor e inseguridad y exacerbando, a la postre, la materialización de las amenazas percibidas y adopción de decisiones colectivas e individuales equivocadas.

Pensiones

En el debate actual sobre las pensiones, se nota como en ningún otro la carencia de una mirada larga y profunda sobre los Cambios a los que obligan la longevidad extrema y la disrupción digital. La disociación que estos desarrollos operan en la percepción individual y colectiva, la polarización ideológica que los rodea y el pánico de los representantes políticos y sociales a abordar valientemente el debate y las posibles soluciones han enquistado este debate que se focaliza ahora en propuestas para el Cambio de los esquemas de previsión social (públicos y privados) que debían haberse adaptado tal y como hoy se propone hace ya casi medio siglo. Este retraso y falta de comprensión de los retos nos está pasando ya factura en la forma de una aspiración de vuelta al pasado que nos ha traído hasta aquí.